domingo, 27 de enero de 2013

22-11-63

Vaya por delante que nunca he sido un gran fan del señor Stephen King, supongo que como cualquier hijo de vecina ha sido imposible escapar al aluvión productivo de este caballero y recuerdo haberme leído cuatro o cinco de sus libros, unos me gustaron más y otros menos, pero en ningún caso me volví un adicto a sus constantes entregas literarias. Amén de sus libros luego están las numerosas adaptaciones para la pantalla grande o pequeña, de sus obras: Cujo, Carrie, Misery y un largo etc con lo cuál el bueno de Stephen a sus 65 primaveras está forrado y me imagino que a día de hoy escribe lo que le da la gana y así surgen libros como este que al parecer tenía en mente desde 1972 pero que en aquellas fechas no pudo acometer por tener que trabajar en otros quehaceres siendo la literatura por aquel entonces más un hobby que un "modus vivendi".

 
He de reconocer que me fascina la idea de los viajes en el tiempo, aunque fueran como en esta novela hacía atrás. ¿Quién no ha tenido la fantasía de viajar en el tiempo? Poder arreglar algún desaguisado que ha provocado en su propia vida, o estar en ese lugar deseado en el momento adecuado, poder ver en directo a Elvis, Sinatra o The Doors en su esplendor aunque sólo fuera como espectador pasivo sin ánimos de cambiar el mundo, sólo disfrutar de aquello que por edad no es imposible haber vivido, "seria fantàstic" que decía Serrat, sí esto fuera posible,  ¿porque ya sabéis el efecto mariposa? está ahí.
Y en el fondo Stephen King ha desarrollado esta idea, ¿quién no ha soñado con cambiar el mundo? Pues me imagino que todos. Jugando con la ventaja que desde el presente, conoces el futuro de ese pasado al que viajas. Para el autor su objetivo salvar la vida de JFK,  resetear el pasado y cambiar nuestro futuro con la idea de que hoy tendríamos un mundo mejor aunque eso sólo sea una intuición, no una certeza. Para cualquier lector si tuviera esa oportunidad, se abrirían ante sus ojos posibilidades infinitas desde salvar la vida de un amigo muerto en accidente de tráfico a evitar la muerte de un ídolo en la bañera, quizás ser en definitiva un héroe ventajista.
Una vez reconocido que uno como lector ha empatizado con el argumento, ha sido un libro que ha ido de menos a más, Jake Epping aka George Amberson es ese protagonista que me ha costado identificarme con él, quizás porque la idea de salvar a JFK ni siquiera es suya, si no responde a la petición de ese amigo que lo mete en ese lío. Sin embargo a medida que el libro avanza son 856 páginas nada más y nada menos, acabas al menos admirando la nobleza y sacrificio del protagonista, capaz de convertirse en un asesino para evitar otros asesinatos (menuda paradoja) eso sí, siempre que él tenga la seguridad completa de que las cosas fueron tal y como nos las contaron. Un libro que trata de multitud de temas desde el libre albedrío del protagonista, a ese nostálgico pasado americano de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, cuando el rocanrol nacía con fuerza y el humo de los cigarrillos era una constante incluso en los medios de transporte público, aunque sin obviar tampoco los aspectos negativos de una América bastante racista y llena de prejuicios en cuestiones sexuales, donde la mujer tenía poco que decir en una sociedad todavía demasiado machista. Aunque en el fondo lo que más triunfa en el libro no deja ser una bonita historia de amor, que el autor es capaz de rematar con a mi entender un precioso final.
Un libro que ciertamente me ha encantado y que sin revelar grandes detalles me resulta gracioso destacar un par de detalles, esa discusión de pareja motivada por el "Honky tonk women" de los Stones o la incredulidad más que comprensible por parte de la femenina de que en Estados Unidos haya un presidente afroamericano.
Si alguien lee este libro sobre todo que tenga presente está frase que aparece varias veces a lo largo del mismo: "el pasado es obstinado y no quiere ser cambiado".  
 
 

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